Escritoras jóvenes cuyos fourlards están súper de moda. Fotos femeninas –(presentaciones de libros)– pero también intelectuales, humildes gestos pero también presenciales. Elegantes y a la vez con la erótica del otoño durante todo el año. Casi nunca pronunciados escotes en las redes sociales, a lo sumo alguna foto en bikini para recordar quién puede tener curvas aun habiendo publicado. Más fotos, a menudo junto a viejos, editores, tipos de barriga y no siempre mirada fiable, puede que con una erección mientras tanto (aunque imperceptible por micro-pene)… Tatuajes en ciertas ocasiones, miradas extrañas posándose en las escritoras, firmas de libros, colas referidas también a la sucesión de gente en espera, algún novio universitario, postuniversitario o muy bien colocado, por supuesto otoñal, bufanda a juego con el foulard vaginal, preparación y una actitud positiva, días soleados incluso en medio de tormentas, y océanos digitales de álbumes y citas y felicidades que no están en venta. Tú, sin embargo, algo patético, voyeur y también aficionado al patetismo (a veces extrañamente cercano a la verdad, aunque igual no), imaginas a esa chica o mujer de veintitantos, veintimuchos o treinta y pocos, y en tu fantasía no está con el chico responsable, escribe sobre abstracciones y bajezas de las que raramente se venden, y hace cosas en tu cabeza y en tu cama sobre las que seguramente jamás hablaría, murmuraría o declararía en ciertas ruedas de prensa.
Ni la escritora es tan ‘fashion week’ «me pega el color del foulard con la portada de mi libro» ni el voyeur tan patético «y a mí que me importa lo que ponga en el libro si yo sólo quiero verle las piernas». O sí? Da igual… Dejémoslo a él que fantasee y a ella que se exhiba. !Cada cual a lo suyo y todos contentos! 🙂
Oh, solo solo era como una parodía, ironía, todo tiene algo de lógico y algo de patético 🙂
Saludos!