10 motivos por los que las publicaciones digitales no dejan de hacer artículos tipo “10 motivos…”. El octavo te sorprenderá.

1- Efectismo=Visitas=Dinero. Quizá.

2- Porque la mayoría de sus lectores potenciales son no-lectores.

3- Porque es más fácil que escribir de verdad (para muestra el texto presente).

4- Porque así cada punto es una etiqueta (y la gente se corre sobre las etiquetas).

5- Porque algún “community manager” o similar, que aun con un currículum impecable (o quizá por ello) sólo funciona con diez frases hechas, y cuya creatividad fue asesinada en la escuela primaria, toma decisiones y se le hace caso.

6- Porque se asume que los lectores son idiotas.

7- Porque quien escribe el artículo cobra, y los que lo leen creen que leer no tiene sentido si no les van a pagar por ello, algo que sabe quien lo escribe, porque con toda probabilidad piensa igual. (Ampliación del punto uno).

8- Porque la mayoría de las publicaciones digitales son objetivamente una puta mierda.

9- Porque hay que dedicar más tiempo en que la web “entre por los ojos”.

10- Tu puta madre en bicicleta le va a comer los huevos al portero (porque probablemente pocos van a llegar al punto diez).

¡Uuuuh uaaaah, wooooh! qué chachi es nuestra época :) :D :M.Vnd,fg,

¡Uuuuh uaaaah, wooooh! qué chachi es nuestra época 🙂 😀 :M.Vnd,fg,

El bloqueo del lector

La verdad es que el título da unas ganas de mierda de leer, pero es el adecuado. Tampoco sé cómo voy a enfocar el tema. Mientras tanto, caigo otra vez en el tópico de reactivar un blog con una o hasta dos actualizaciones diarias hasta que cese la frescura, las ideas o qué sé yo.
Hace un par de días vi un vídeo de un canal literario de youtube. Algunos sabréis que dichos canales los suelen llevar chicas muy jóvenes cuya idea de una buena novela tiene que ver con si esta te hace llorar o no. Pero, como siempre, generalizar a veces es inevitable (o hasta necesario) pero también un error. En el vídeo que vi, la chica en cuestión hablaba del bloqueo del lector, aunque lo abordaba desde el enfoque de quien ya lee por hábito; de modo que daba consejos sobre cómo no bloquearse entre libro y libro por culpa de la indecisión o el “agotamiento”, entre otras cosas. Todo lo que decía tenía sentido, y yo creo que más incluso que lo que la gente llama “el bloqueo del escritor”, cosa que no es que yo diga que es un mito, pero sí algo muy poco habitual, ya que creo que la mayoría de veces, cuando alguien se queda en blanco no es por un misterioso bloqueo, sino simplemente porque no ha estado dando de comer al coco ni ha ejercitado lo suficiente la imaginación (no ha estado leyendo, ni viendo cine, etc., no ha preguntado, no ha curioseado…)
Pero el bloqueo del lector… eso ya son palabras mayores. Y más cuando vamos un poco más allá y hablamos del bloqueo del lector de, digamos, toda la sociedad. Lo cual más que un bloqueo es un eterno periodo de posguerra lectora.
De una guerra en la que, curiosamente, las bombas las estuvieron tirando los centros educativos…
Más allá de las terribles secuelas de la lectura obligatoria, que se ha cobrado más vidas que cualquier dictador o ejército, me llama la atención cómo los años del colegio –o el instituto, la universidad o el máster o demás medallas– han conseguido no solo bloquear la capacidad lectora de la mayoría de la gente, sino también convencerles de que dicen la verdad cuando alegan que no tienen tiempo. Nuevamente una generalización; pero seguro que se me entiende. La realidad no suele tener que ver con lo que la gente no puede hacer, sino con lo que no quieren hacer. Una base corrupta, un espíritu atrofiado, por decirlo así, se convierte en algo indispensable para algunas personas; indispensable en cuanto a poder creer que han logrado un grado de felicidad suficiente para no tener ganas de despeñarse.
La verdad es que la «gente normal» es el tema que más da de sí. Es donde más mierda soterrada, disimulada y aceptada vas a encontrar. La gravedad de la misma cada cual la decidirá. Yo, personalmente, puedo entender (aunque no compartir) los motivos que tiene un terrorista para hacer lo que hace. Pero ¿la gente normal?, ni ellos saben qué mierda les pasa; tienen una vaga idea del control consistente en contar monedas, y poco más.
Las personas normales dicen que cuando llegan del trabajo no quieren pensar, y se ponen a ver Lo Que Sea en la tele.
Hay un problema con lo de pensar, la gente asocia el pensar a cosas increíblemente aburridas o desagradables. No leer porque supone un esfuerzo tiene el mismo sentido que no follar porque supone un esfuerzo. Esta última frase necesita un momento de reflexión; aunque a algunos les parezca mentira, es completamente cierta.
Siempre podría saltar alguien y decir que a veces no folla con su mujer por cansancio.
Esa frase necesita bastante menos reflexión que la otra, basta con pensar “mal”.
La gente no lee no porque no puedan, no porque estén demasiado cansados, no porque sus vidas sean un no parar. La gente no lee porque son lo suficientemente idiotas, porque un título actual, aunque sea universitario, no te libra de ser idiota. Y son idiotas porque no leen.

leer

Películas meh…

Seguro que alguna vez te has comido un arroz del que esperabas más. Tenías hambre y el plato tenía buena pinta. Pero pronto tienes que admitirlo; el arroz está soso. Está bien, aceptable, comestible, está… sosete. Es como beber agua del grifo. No te mueres de sed, pero es agua del grifo.
No hay que dejarse llevar más de la cuenta por las críticas de cine, obviamente; pero cuando a mí más me influyen es cuando todas dicen más o menos lo mismo de una película; algo como: meh…
Cuando me compro la entrada (¿tengo que recordar lo ridículamente caro que es el cine?), espero una película al menos mínimamente por encima de la media. O al margen de la media. Prefiero desconcierto a academicismo. Prefiero críticas contrapuestas a un tibio acuerdo general. Prefiero que, a la espera de una película que tengo ganas de ver, alguien me diga que “es basura” a que “no está mal”.
Las pelis sosas ya las veo en casa, incluso a veces disfruto las malas.
Y por cierto, me da igual de dónde sea la peli. Si escucho a algún actor de promoción diciendo que hay que ir a verla porque es española, para mí solo es otra forma de decir que es mala pero española, y que por tanto hay que apoyarla. Ya tenemos suficientes banderas por todos lados como para incrustarlas también en las entradas de cine.
Sosos o academicistas, me da igual. La taquilla no se mendiga en entrevistas, lo que se hace es volcar tus puñeteras tripas en el guión y la dirección, y así me dará lo mismo si la bandera tiene un mojón con un fondo blanco: iré a ver la peli. Probablemente incluso el gran público vaya a verla, por mal educado que esté ya.
Pensar que antes la gente iba a ver sesiones dobles y triples de cine, y ahora no se pueden aguantar ni una hora antes de sacar el puñetero Iphone… Arroz hecho por mí os daba a todos.
¿Existen los prejuicios constructivos? En todo caso, todos –en mayor o menor grado– tenemos prejuicios, así que al menos uno tiene que pulir los suyos…

What in the World??

Enséñame la pasta

Hace poco oí a alguien muy joven decir que la gente no estudia por un afán de conocimiento, ni porque el saber no ocupe lugar, ni porque sean necesariamente inquietos, tengan ganas de conocer muchas materias o piensen que podrían poner su granito de arena para mejorar las cosas. Cosa que yo creo que es bastante evidente. Pero de dicha reflexión se pueden derivar muchas otras, y sumamente interesantes.
En realidad, la gente estudia para “tener un futuro”.
Para “ser alguien”.
Para tener más “oportunidades”.
Todo lo cual son eufemismos elegantes para vestir la única verdad sobre lo académico que existe en la actualidad, el único motivo, o al menos el motivo por excelencia por el que la gran mayoría de gente abre un libro.
La gente estudia para ganar dinero.
Y nos hemos encargado de que eso no tenga matices, o de que tenga los menos posibles; y lo hemos vestido de cierta clase de ética amable, de responsabilidad, cuando es una actitud que sólo viene a cubrir –potencialmente– un impulso simple y llanamente individual, material (por no decir directamente industrial).
Esta es la primera acepción de la definición de estudiar:
Estudiar: Ejercitar el entendimiento para comprender o aprender una cosa.
Como veis, ninguna mención al dinero.
La segunda:
Cursar estudios en las universidades u otros centros docentes.
¿Se podría decir que aquí se menciona el dinero de forma indirecta? ¿No debería ser esta la primera acepción teniendo en cuenta lo que la gente entiende por estudiar?
La tercera:
Examinar atentamente, analizar.
Uh…, ¿una incursión sutil del diccionario en la ciencia-ficción? ¿Quién se detiene hoy en día examinar algo atentamente, o a analizarlo? Como sea, nuevamente no se menciona el dinero. De hecho, se podría decir que la actitud que describe esta acepción, en nuestro contexto social, es mucho más fácil que te sirva para perder dinero que para ganarlo. Con suerte te quedarás igual.
Si os fijáis, además de no mencionarse el dinero, tampoco se menciona la memorización, lo cual teniendo en cuenta cómo funciona la Educación aún, es como escribir la definición de sequedad sin mencionar la carencia de humedad.
Ni dinero ni memorización (hasta se podría acotar a: memorización mecánica). Y seguro que hay muchas otras palabras, algunas bastante duras, que se podrían incluir y tendrían mucho más que ver con la idea actual de estudiar que las mencionadas en el diccionario.
Lo que pasa es que el diccionario es buena persona, y te dice las cosas con buena intención.
La verdad es que yo estoy de acuerdo con el diccionario, aunque ya esté lejos de definir lo que significa para cualquier mente cuerda estudiar.
Lo que me lleva a la idea de que igual no estoy muy cuerdo.
¿Pero si la cordura la define el dinero…?
Es un poco lío, pero supongo que quiero decir que el condón es un gran invento, y tener hijos para que estudien sin que la definición real sea la del diccionario, una mala idea.

cerdo

Sobre cigarras y gente que celebra cumpleaños

Ayer puse en Google “insecto que se oye en las películas anime”, porque he oído ese ruido mil veces, pero jamás recuerdo que son cigarras. Me he vuelto a reenganchar al anime, esta vez con las pelis de Mamoru Hosoda, el que dicen algunos podría ser el nuevo Miyazaki. Más allá de comparaciones, cada vez que veo anime, incluso aunque la película no sea necesariamente magistral, un cúmulo muy concreto de estímulos me invade, como si todas supieran tocar las teclas necesarias para llamar mi atención. Como con el ruido de las cigarras, o con el estilizado diseño de los personajes (dándole una merecida patada en el culo, en todos los sentidos, a las proporciones del realismo), o como con un sentido exquisito de la belleza, que va desde la percepción del lápiz hasta planos que son puro arte pictórico. Cuando la película anime es buena de verdad, el placer es completo. Hay que congraciarse con la gente que no se avergüenza de hacer arte, y con, imagino, una industria que les permite hacerlo.
El cine de animación, paradójicamente, no es el que más me atrae a la hora de pagar una entrada, pero también es cierto que el anime en concreto brilla por su ausencia aquí en salas comerciales. Por lo demás, es verdad que Pixar ha hecho peliculones, pero el resto, aunque con excepciones, suele dejar bastante que desear; muñecos simpáticos y guiones generalmente estúpidos (potables, quizá, pero estúpidos). Pixar aparte, no se suele distribuir un cine de animación que pueda considerarse rico ni complejo. Y hay cada vez más.
Que no sea culpa de la gente que celebra cumpleaños…
Es una forma de decirlo (más o menos); la mayoría de la gente es el target y la única condición para hacer una película que tienen la mayoría de productores (que le f… al arte).
La mayoría, casi todos… o incluso gente que va al gimnasio. Es difícil nombrarles, porque son tantos que tienen sus diferencias (aunque poco importantes, o se ponen nerviosos) entre ellos. De entre ellos está también esa gente que hace cosas como madrugar incluso cuando no están obligados para hacer eso que ellos llaman “aprovechar el día”; esa gente que se levanta a las siete y luego va todo el día durmiéndose por las esquinas, que si siesta, que si peli mal vista, que si manta… Y aun así tienen los huevos de darte lecciones sobre lo sano e inteligente que es su estilo de vida. Y yo mientras tanto me quedo sin anime en sala grande.

cigarra

Mr. Robot. A las plegarias de Alan Moore

Hace un tiempo leí en una entrevista a Alan Moore una declaración que me pareció tan acertada como digna de apuntarse. Esto no es difícil encontrarlo en Alan Moore; da igual que uno quiera encasillarse en el equipo de “los normales” mientras le cataloga a él como un extravagante más; una práctica muy generalizada, por cierto, aunque servidor intenta apartarse de eso gradualmente. La mayoría de veces, creo, la gente a la que se considera rara o ida o descentrada, no es más que gente con personalidad; con una de verdad.

mr 1

Alan Moore dijo que hoy en día, con la situación social que se vive a varios niveles, con lo extraña, cruel y absurda que es nuestra época, es deprimente que se estén produciendo sin parar según qué películas y obras que no son más que derivados de cosas que ya se han hecho. Me pareció que tenía razón, hasta tal punto que resultaba doloroso.
Hay pocas, realmente pocas películas u obras de gran consumo en general, que aborden qué clase de gente somos la que ahora habitamos el mundo, cómo nos enfrentamos a él (y a nosotros), cómo pasamos de él, cómo nos excusamos, o cómo evitamos (o no) pensar qué se podría hacer para mejorarlo más allá de cuentos democráticos de hadas.
Cuando vi el primer capítulo de Mr. Robot, y más allá de entrar a analizarla por su calidad, me pareció que era uno de esos raros casos en los que una ficción de gran tirada era valiente y tenía los arrestos necesarios para ser una historia sobre nuestra época. Sobre personajes que se encuentran en la frontera entre la inopia de espíritu y un despertar. Entre el “inteligente” conformismo enrabietado para todo lo que llegue, y el puñetazo sobre la mesa. Personajes que no dudan en llamar zombis a todos aquellos que encajan en el equipo de “los normales”. Un personaje central cuya hiperbólica –si se quiere– composición, hace que las dos o tres actitudes más habituales de casi todo el mundo para afrontar la vida, resulten estúpidas, ignorantes, y sobre todo egoístas y dañinas.
Seguro que en todas las épocas cuecen habas, como se podría decir, pero hay que reconocer que los enemigos son cada vez más invisibles, y la capacidad de negación de todo el mundo respecto a ellos, más y más sofisticada. Es harto complicado despegarse todas las etiquetas y decir: “Vale, el mundo tiene sus cosas buenas, pero si hay que generalizar, el mundo es una gran mierda. Una mierda alambicada y retorcida; da igual que a mí no me salpique”.
No hay que pensar mucho en ello; cada uno tiene enseguida un motivo en su entorno para entenderlo. Yo ahora sólo tengo que pensar en el debate España/Cataluña, algo que ahora copa y ocupa todo aquí, y de lo que, entre el pueblo, sólo se van a beneficiar los vendedores de banderas.
Suma y sigue, Mr. Robot.

Ejércitos de pilotos automáticos

La luna llora y el sol sonríe y mi abuelita era tan buena. Recuerdo sus manos suaves y ajadas. Y ¡hum…!, también sé enfadarme, líricamente enfadado; mira: putas que tienen historias de amor y esquinas y cáncer del alma y chorros de semen, amo la luna como al alcohol y al sol porque podría dejarme ciego. Hum… sí, estoy que trino, me hago el verso libre encima. Pero sé ser amable; oh, mi madre, qué sería de nosotros sin todas las madres, y mi gato, mi perrito que me quiere más que los humanos y hace lo que le mando porque me quiere. Una puesta de sol, ¡mira! Filtro “Verano azul”.
Poesía: te veo, me ves, te dejo, me dejas, me voy, te digo, me dices, sonrío, sonríes, te acaricio, me acaricias, una lágrima, me la bebo, contornos borrosos para infundir más encanto… Pero ¡hum!, también sé ser realista: deja que se vaya, vive y deja vivir, levántate y camina; si te caes, levántate, vuelve a intentarlo. Realista y optimista: hazlo otra vez, no te rindas, puedes tener lo que quieras. Respetuoso y profundo: Mi abuelo decía que más vale un plato de garbanzos que (inventar aquí). ¿Cómo tan sensible?, la humildad y la sencillez. ¿Cómo tan peleón?, palabras sorpresivamente esquinosas para expresar arrebatadores sentimientos: escupitajo, amputación, sol sangriento.
Oh.
Me dejo llevar, mira mis alas, estoy llegando, mis abuelitos muertos allá arriba. Llego y me dicen: Escribes muy bien. Hum… y también te enfadas con mucho estilo, y, oh, eres también tan realista; con los pies en el suelo y a la vez poético y amplio de miras. Mirad, les dices, sé improvisar: “Encanto y desencanto, dolor y placer, Cielo e Infierno…”
Persona de la misma sangre, nos desarmas, debes haber follado tanto y tan variado…
“… azúcar y sal, tormenta y tormenta de verano, Noche y Día. Jabón para el alma…”
¿Estamos soñando? Esto te llega muy adentro.
“…dulce de leche, tu abuela te sirve y te sonríe…”
Qué orgullosa estoy de salir en tu texto.
“amebas, peces de colores, amianto, camino embarrado hacia tu corazón…”

DSCN2702[1]

Por mí, bien

Es mi entrevista, pero no estoy solo con el entrevistador. Hay alguien más. Está atado, sujeto a una silla, amordazado con un calcetín grueso (y seguro que sucio). También hay un tipo en un rincón, lleva una bata azul, y a su lado hay una mesita con todo tipo de delicados aparejos y jeringuillas. Parece todo muy sofisticado. Profesional.
–¿Tú eres el chico de la entrevista?
–…
–¿No te importará que atienda mientras tanto este otro asunto…?
–…
–Tú no te preocupes, seguro que sabes de qué va, es como sacar la basura, pero un poco más largo… Pínchale, Fredo, se me va.
Fredo es el tipo de la bata. El de la silla recibe golpes, y le están sacando los dientes uno a uno. También las uñas. Ahora iba a perder el conocimiento.
–Verá –digo–, traía mi currículo conmigo, si lo quiere ver.
–Eso luego, chaval, ahora lo mancharía. Además me han hablado bien de ti. Estómago de hierro, me han dicho. Rapidez mental. Manos rápidas. Puntería. ¿Me equivoco?
–Ajá, bueno… No me dedico a… sacar la basura, si es de lo que me está hablando.
–Oh, no, no necesariamente, en principio solo necesito alguien que no sea muy alérgico al papeleo. Disculpa. ¡¿Vas a cantar o no, gilipollas?!…
–¡¡¡Mhhnnmmm!!!
–Disculpa. El caso es que no necesito a nadie para trabajo de campo. Solo alguien preparado administrativamente, alguien que sepa cómo funciona el mundo laboral, los negocios. Me entiendes, ¿no?
–Entiendo.
–¡¡¡¡Mhhmmm!!!!
–¡¿Si te quito el calcetín vas a cantar?!
–¿Qué ha hecho, si no es mucha molestia preguntar?
–Oh, no es molestia, simplemente es hombre muerto…
–¡¡¡Mmmhhhhhhhh!!!
–… ha estado husmeando donde no debía. Concretamente se quería llevar un buen pellizco. Y además creo que además ha estado intentando trajinarse a mi mujer. ¡¿No es así, Huguito?!
–¡¡¡Mhhn!!!
–¿Y… bueno, qué información quiere de él?
–Oh, eso, no… ninguna…
–Como antes ha dicho que…
–Oh, sí… es por la costumbre. No, esto solo es el paquete básico de tortura.
–Entiendo.
–El problema de la tortura es que si los dejas vivos, en fin, ya sabes…
–¡¡¡Mhhmmmhhn!!!
–¿Y se suele alargar mucho…?
–Bueno, normalmente no pensamos en eso, trabajamos en ello hasta que no podemos reanimarle más. Fredo es bueno; a veces, si no se acumula la faena, pasamos días con uno de estos tíos, a veces un par de semanas. Pero si es mujer somos más benevolentes.
–Qué paciencia…
–El trabajo lo es todo, muchacho, hay que sacrificarse, uno no puede sobrevivir si no pasa algunas noches en vela. Y cada día estoy ya duchado y en marcha a las 7 de la mañana.
–Admirable.
–¡¡¡¡¡Mmnhhhhh!!!!!!
–¡Haz el favor de…!
Le quedan cinco uñas. Los dientes, es difícil saberlo. No sé bien qué le inyecta el tal Fredo. Fredo el silencioso se pone una mascarilla, le alcanza una a mi –si tengo suerte– futuro jefe, y me da otra a mí.
–Es mejor que te la pongas, muchacho, este tipo aún no ha comenzado a mearse y cagarse encima, pero pronto lo hará. A veces es por toda esa mierda que le inyecta Fredo…
–Ya veo…
–Me llaman Tupac, por cierto, me puedes llamar así.
–Por mí bien, Tupac.
Por ahora diría que todo va bien. El lugar es acogedor y el tipo parece más responsable que mi anterior jefe. El tal Hugo moquea y llora. Atiendo algunos mensajes en mi móvil. Mi madre, mi novia. Les digo que esperen, que aún no sé nada, no puedo saber bien aún si me van a contratar. Puede que hasta ahora todo esto solo haya sido cortesía. Te dicen el nombre, te dan la mano, hacen mientras tanto alguna otra labor para que no estés nervioso, se disculpan… Es como cuando haces el examen de conducir y tu examinador se pone a hablar amistosamente con tu profesor sentado atrás. En realidad lo hacen más por ellos que por ti, quieren proyectar una imagen de temple. Es ese Relajar el Ambiente de modo artificial. Como sea, no me parece mal.
–Así que tienes experiencia en el sector, ¿no?
–Bastante, señor. Lo dejé un tiempo por lo estudios. También salí al extranjero, de Erasmus.
–¡¡¡Mmmnhhhh!!!
–Oh… el Erasmus, recuerdo mi Erasmus. Londres, niñas por todas partes, me lo pasé tan… bien, si me entiendes, que fue un milagro que no se me cayera la polla infectada a trozos. ¡¡¡¿Me has oído?!!! ¡Follar! ¡Otra de esas cosas que no vas a volver a hacer! Y todo por intentar follarse a quien no debía…
–…
–¡¡¡¡Mmnhhh!!!!
–No malinterpretes todo esto, chico. Normalmente es cuestión de negocios, es solo que este mamón ha hecho doblete, nos ha querido joder el dinero y también quería joderse a mi mujer. ¿Eh, Huguito?…
–No se preocupe, por mí bien.
–¡¡Mhn!!
–El caso es que necesito… eso, lo que decía, alguien que pueda pasarse ocho horas con los asuntos legales, atendiendo al teléfono y demás. Soy muy estricto con eso, todos lo somos en la empresa. Lo queremos todo legal, nada de mangoneos, nada de chanchullos. A la más mínima nos ponemos alerta. Y me han dicho que eres alguien perfecto para eso.
–Bueno, no sé si soy perfecto, pero doy el cien por cien, señor.
–Hum… ¿has visto, Huguito?, un chico como es debido, un chico que sabe cómo tratar con su Futuro…
–Señor…
–… un chico con estudios y herramientas para salir adelante. Dime, chico.
–Insisto, me gustaría, si no está de más, que viera mi curr…
–Oh, sí, luego, todo a su tiempo…
–¡¡¡Mmhhnnhn!!!
–Te voy a quitar el calcetín, Hugo, para que te explayes, para que digas tus últimas palabras… Y ten en cuenta que has tenido suerte, porque te quedaban aún muuuuuchas horas… Dale las gracias a este chico. Venga.
–¡¡¡¡Por Dios…!!!! –Suena afónico, suena a clásico–. ¡¡¡No me mate, por Dios!!! ¡No quería nada con su mujer! ¡¡Écheme si quiere, pero no me mate, tengo hijos!! ¡¡Tengo mmmhnhn!!…
Tupac le vuelve a meter el calcetín en la boca.
–¿Te has dado cuenta, muchacho? Ahora es cuando te dan lo que les pedías. ¿Y qué les pedías, joder?, solo un mínimo de honestidad, un mínimo de esfuerzo, solo la suficiente dosis de su verdad. ¿Tanto es, muchacho?
–En absoluto, señor.
–¡¡¡Mhnnnnhnhn!!!
–Y en lugar de encomendarse a Dios, en lugar de pedir perdón e intentar salvar su apenas licenciada alma, va y se pone a lloriquear… ¿te das cuenta, chico? A veces el mal ejemplo te enseña más que el bueno. Y te lo voy a confesar, por eso me gusta hacer las entrevistas mientras saco la basura. No me malinterpretes, ya sé que no eres un novato, pero es… esto es inspirador. La sangre, el hedor, el pis, la mierda… Es como el ejemplo definitivo.
–Estoy de acuerdo, señor.
–¿Ves?, te dije que se iba a cagar encima. Suelen hacerlo cuando se dan cuenta de que van a morir. Justo cuando saben de una vez por todas que la vida no es un paseo.
–Vaya, gracias por la mascarilla, debo decir.
–Un placer, muchacho.
Es verdad, los pantalones comienzan a teñirse de oscuro, líquido y sólido, marrón y amarillo apagado.
–Lo peor es cuando se les seca la mierda y el pis y demás, es un hedor insoportable, pero no te preocupes, vamos a solventar esto enseguida, siento entretenerte, no sé si…
–No se preocupe, no tengo prisa.
–Claro que no, disculpa, sabes priorizar, sabes que hoy era el día de la entrevista, los rumores que me llegaron sobre ti van cogiendo forma.
–¡¡¡¡Mnnhhh!!!!
–Soy yo el que siento haber interrumpido, espero no estar interfiriendo en los tiempos de…
–¡No!, tranquilo, no nos cronometramos ni nada de eso, ni nos ponemos estrictos con los tiempos a la hora de sacar la basura, al fin y al cabo lo importante es sacarla, estés dos horas o dos días.
Todo el tiempo mientras habla, Tupac suelta de vez en cuando un puñetazo, o hace uso de los alicates, con no demasiada destreza. Se le dan mejor las uñas. El calcetín ya es completamente rojo, empapado en sangre hasta el punto de brillar, de chorrear. Sangre oscura, y parece que también caliente. Yo sujeto mi carpeta, espero paciente, ignoro los ruidos que llegan de mi móvil. Todo a su tiempo. Es un buen consejo.
–¿Sabes qué me da rabia?, pensar en esos tiempos en que los jefazos supremos no se manchaban las manos, cuando se limitaban a dar ordenes por un puto teléfono o por correo electrónico; lo mejor que le ha pasado al capitalismo es que los sicarios hayan entrado en desuso. Aquello era vergonzoso. Y no solo eso, encima casi todos los gilipollas, como éste de aquí, casi todos se libraban, todas las empresas estaban llenas de putas chupopteras, en el peor sentido. Todo lleno de vagos y cabrones aprovechados. Los negocios eran cosa de niñitas, todo lleno de políticos pseudo derechistas que se bajaban los pantalones con tal de que pensaras que eran de centro, pero eso ya se acabó. Al final todo llega, muchacho, todo llega a su debido momento. Todos aprenden a sacar la basura tarde o temprano.
–¡¡¡¡¡Mmmmhhhnhmhn!!!!!
–Quería hacerte las uñas de los pies, pero te vas a librar, Huguito, este centro de estética ha de cerrar ya hoy…
–¡¡¡¡¡¡¡Mhnnmnnhmhnhmnh!!!!!!!
–El cuchillo, Fredo.

Luego estamos sentados en el despacho de Tupac. Decoración minimalista, relajante, el olor es agradable, hay plantas, todas naturales. He tenido que esperar a que mi potencial jefe se lavara. Su secretaria me ha servido galletas saladas y agua. Sigo con mi carpeta en las manos.
–Bueno, chico, siento la espera.
–No hay problema, señor.
–Déjame ver esa hoja de méritos.
Se la entrego. Lee cada línea con atención, creo que teniendo muy en cuenta el tiempo que llevo ya aquí. Asiente, asiente.
–Hum…
Asiente.
–Hum…
Hacia la tercera hoja comienza a leer en vertical. La verdad es que apenas me molesta. Creo que en la cuarta decide obviar el apartado de mis aficiones.
–Esto es justo lo que me habían dicho. Dedicación, chico, alguien que se presenta en los sitios con los deberes hechos. Detecto un buen montón de madrugones y cafés entre todas estas líneas, ¿me equivoco?
–Era mi deber, señor.
–Por supuesto, por supuesto… Un jodido montón de horas de estudio. Estas hojas, estas cosas, te lo aseguro, hacen que cualquier padre o jefe, o cualquier maldito bicho viviente con dos dedos de frente se sienta orgulloso, orgulloso porque aún hay esperanza para todos.
–Gracias, señor.
–Lo que temo es que, con tantos méritos, quizá te aburras haciendo lo que necesito…
–…
–¿Percibo dudas?
–En absoluto, señor, iba a decir que no he venido a divertirme, aunque luego me ha parecido inadecuado.
Tupac comienza a reír a carcajadas. Saca un puro de algún cajón cercano a su barriga. Se lo enciende con esmero, mientras se va apagando su ataque de risa.
–Sabía que eras de los míos. Ya pasaron los tiempos de aquello que llamaban Vocación, ¿verdad?, todos tan orgullosos, toda aquella apología del Disfrutar con tu Trabajo, los niños tenían que divertirse, los adultos tenían que sentirse copados y llenos; pero ¿cómo demonios encaja eso en…?
Tupac deja los brazos en el aire, agitándolos, mostrando incomprensión y gran desaprobación.
–Tú sabes tan bien como yo, chico, que con todo ese rollo las arterias de este bonito mundo se atascan. Con todos esos idiotas fumando porros o vaciando de pupitres las clases de primaria para ganar en vete a saber qué…, todos esos amanerados de pacotilla, que ni siquiera se duchan hasta que no pueden soportar su propio hedor… ¿Sabes qué le digo a mi mujer cuando me apetece irritarla?
–Qué, señor.
–“¡Menuda es nuestra hija, todo un portento, está hecha todo un hombre!”
–…
–Y mi mujer hace que no con la cabeza, como si ella no pensara lo mismo que yo, como si yo fuera cerrado de pensamiento… Hasta que comprende que es el propio mundo en que vivimos el que es cerrado, y que yo solo me adapto, y de esa forma he educado a mi hija, que ahora es toda una empresaria de 28 años. Ella no es la mandada, es la que manda, ella no es la vejada, es la que veja, ella no es la violada, es la que viola, ella no muere, ella MATA, chico. MATA.
–Le comprendo.
–Y no estoy jugando con asquerosas metáforas. El mundo son hechos, el mundo es literal, y yo soy quien palpa, yo también soy literal, yo soy físico al menos hasta que muera, y lidio con un mundo físico, con un mundo que no admite el riesgo en exceso, y cuando te excedes, cuando arriesgas más allá de los límites que te han enseñado tus mayores, ese rollo te deja en la calle. Por gilipollas.
–Lo capto, señor.
–Como Hugo, Hugo era un gilipollas. Lo de antes no ha sido un asesinato, ha sido prácticamente clemencia. La mejor de la que soy capaz. Sé que sueno demasiado, ¿cómo lo dice mi mujer?, demasiado Rotundo… Pero nadie necesita más de lo que yo tengo. Tengo todo lo que necesito, y también lo que deseo, tengo mis necesidades cubiertas, y también los caprichos. Porque yo me mancho, yo madrugo, yo echo horas como un burro, descarto, admito, observo, determino, valoro, selecciono. Como a ti. Yo tengo que hacer todas esas cosas, y de ese modo la maldita rueda de los alimentos sigue girando.
–Cierto, señor.
En ese momento entra la secretaria, parece que con algunas cosas para mí. Se vuelve a ir, rauda.
–Gracias, Clarita.
–…
–¿Sabes qué es eso, chico?
–…
–Eso es la prueba de que estás contratado.
–…
–Como lo oyes. Ya trabajas para la firma. Y te espero aquí el lunes, con las pilas puestas, con la misma determinación de hoy. Y todo saldrá a pedir de boca. Te va a ir bien, muchacho.
–M… muchas gracias, señor, no sabe cómo…
–No me des las gracias, esto solo es el fruto de tu esfuerzo.
Es un traje de chaqueta, también una corbata. Algo así como un obsequio. Una bienvenida. Ahora solo queda lo más tirado de todo, el protocolo, la muestra de buena fe. Tupac se pone de pie y rodea la mesa.
–Bueno, chico, seguro que ya sabes cómo va.
Perdí la virginidad en términos de entrevista laboral hace ya unos años. Pero cada nueva ocasión, en cada entrevista, siempre teme uno no estar a la altura. De modo que me arrodillo y agarro la pequeña erección de este hombre gordo y benevolente.
Succiono de la mejor forma que sé.
No me dejo el escroto, y luego me meto el pene una y otra vez hasta el fondo, aunque no llega ni para atragantarme mínimamente. El tipo suspira, y parece que va a correrse muy rápido. Pero antes me pide que me baje los pantalones y los calzoncillos. Susurra con un tono dominante.
Intento recordar los ejercicios de dilatación, la relajación, el control de la respiración. De todas formas es un pene fácil, pequeño y, lo más importante, delgado.
–Chico… Uf… se nota que has pisado pocos despachos…
En realidad no soy de culo estrecho, pero cuando no llegas a los treinta años les gusta pensar que eres semi-virgen. (Esta vez no hay condón.) Al fin y al cabo soy hetero, y eso es lo que más les suele gustar. Incluso un homosexual debería fingir que no lo es, porque quieren esa clase de esfuerzo, sumisión, porque eso es lo que valoran, y claro, lo que les pone cachondos. Las empresas no quieren que sonrías y te corras como un gorila manchándoles el parqué. Quieren que hagas lo que tienes que hacer. Es una parte esencial de la entrevista, aunque hoy Tupac haya tenido la amabilidad de asegurarme que ya estoy contratado incluso antes de la Prueba Física.
Después de un par de minutos de culeo poco enérgico, me da un cachete, señal inequívoca de que quiere correrse en mi boca. Me posiciono, la abro y saco la lengua; espero paciente a que el hombre se sacuda esa sardina empresarial. Mi futuro. No puedo verle la cara desde mi posición, la panza se derrama sobre su vello púbico. Huele a sudor, y también un poco aún a la sangre de Hugo. Gruñe como si fuera a sacar alambre de espino por el pene. Lo estruja, ya casi flácido. Sacude y sacude, ya no parece tanto perseguir un orgasmo como trabajar para lograr un reto.
Finalmente, salpica un par de gotas muy pequeñas y calientes, ambas caen en mi mejilla derecha. La punta del pene queda babosa, pero la corrida se ha limitado a lo dicho.
El hombre se apoya en la mesa con la mano derecha. Resopla como después de un agotador trance.
–Uf… Chico… Uno no siempre está para estos trotes…
Me pongo en pie.
–Es comprensible, señor.
Tupac se mete la polla en los calzoncillos y se abrocha los pantalones.
–Pero no te preocupes. Tú lo has hecho bien.
Las dos gotas de esperma me bajan hasta el cuello. En ese momento entra la secretaria (que parece que sepa siempre en qué momento debe presentarse). Lleva un paquete de Kleenex. Como si fuera una enfermera o algo por el estilo, saca uno y me limpia la cara.
–Gracias, Clarita. Dale la bienvenida al chico. Ya tenemos el nuevo empleado que necesitábamos.
La mujer de mediana edad me sonríe de un modo fugaz. Hace una bola con el kleneex, y antes de volverse a ir como una bala, me dice mirándome a los ojos:
–Enhorabuena. Y bienvenido a la firma.

gradua

He decidido que voy a convertir este blog en una especie de caos, donde todo pueda tener cabida y cada post pueda funcionar por sí solo. Al fin y al cabo, va a ser lo que en realidad eran los primeros blogs escritos. Decidí llamarlo ‘Gimnasio Letras’ y seguirá manteniendo el mismo nombre. Y de hecho seguirá habiendo textos puramente literarios, o abstracciones o cuentos o lo que se tercie. Quizá también recupere relatos escritos hace mucho tiempo y los publique después de una revisión. Por lo demás, es posible que también hable de cine, música o cualquier otro asunto (ya sea más o menos desde la ignorancia; cabrear a los puristas o académicos siempre es divertido, y yo no cobro como los tertulianos de la tele…). Hago esto porque el que considero mi blog principal (Proyecciones blog), en lo que a escribir ficción o desvaríos se refiere, siempre ha sido en realidad mi gimnasio para practicar, experimentar y hacer probaturas, de modo que es absurdo pretender que en este blog vaya a ir más allá en eso de lo que ya voy en el otro.
No sé cada cuánto se actualizará, pero la intención es reactivarlo, ya que veo que, ya sea más o menos de rebote, siguen llegando visitas, y no pocas teniendo en cuenta que el espacio lleva mucho tiempo abandonado (o con una actualización cada cinco meses…) y que esto no es youtube…
Ya sabéis cómo va esto, es otra ráfaga de actualizaciónes hasta que llegue otro parón o sencillamente el abandono definitivo del blog (no creo que me tome la molestia de cerrarlo nunca), pero en lo que a mí respecta el medio me sigue valiendo para aprender y seguir escribiendo. A ver cuánto dura esta vez el ciclo.

im